Migracion 23-04-2024 08:53 (UTC)
   
 

MIGRACION

DESDE tiempos remotos los seres humanos han percibido que muchas especies de aves desaparecen de sus terrenos de reproducción durante las etapas más crudas del invierno, para reaparecer en el verano desarrollando sus actividades como si nada hubiera pasado. Tardó mucho tiempo conocer que estas aves, al desaparecer de las latitudes donde las estaciones son muy extremosas, no morían o hibernaban, sino que viajaban a veces miles de kilómetros en busca de regiones con climas más benignos y abundancia de alimento, que les permitieran sobrevivir.

El hábito de migrar fue adquirido tras un proceso evolutivo que llevó millones de años. Es propio también de otros grupos animales como los peces, las ballenas, varios insectos y los murciélagos. Se llama migración a los movimientos poblacionales que realizan las aves, a veces a grandes distancias, de manera cíclica, generalmente coincidiendo con las estaciones del año o con la abundancia de algún tipo de recurso alimenticio. Estos movimientos se realizan partiendo de un área de reproducción y llegando a un área de invernación.

Las causas de la migración en un sentido evolutivo son todavía materia de especulación entre los ornitólogos. Algunos han propuesto, y tal vez estén en lo cierto, que la migración se originó como una adaptación a ambientes extremosos, cuando algunas poblaciones sobrevivían al mudarse de lugar durante las etapas de mayor escasez de alimento y clima más riguroso. Lo cierto es que esta conducta se ha desarrollado en una gran cantidad de especies que habitan las latitudes más norteñas del Hemisferio Norte y más meridionales del Hemisferio Sur. Se ha calculado que 589 especies de aves en Eurasia y alrededor de 200 en Norteamérica son migratorias. También se conoce que hay una mayor proporción de especies migratorias en Canadá que en Estados Unidos, aún menor proporción en México y ninguna en las zonas tropicales del Amazonas. Muchas de las preguntas que se han hecho acerca de la migración permanecen sin ser contestadas, y la investigación científica es muy activa en este campo. Consideremos algunos de los puntos básicos de este proceso.

EL INICIO DE LA MIGRACIÓN

La época de la migración se halla muy bien establecida dentro del año y generalmente está acoplada a ritmos fisiológicos internos (relojes o ritmos circanuales porque se llevan a cabo en ciclos de un año), de manera que muchas veces los tiempos de partida y llegada de las poblaciones migratorias solamente varían unos cuantos días de un año a otro. Por lo general, las aves sufren cambios fisiológicos en relación con la duración de los días, la presencia de algunas variaciones del ambiente como las lluvias o los vientos estacionales y, de manera indirecta, con la terminación del ciclo reproductivo. Todo esto ocasiona en los individuos un estado de hiperactividad llamado inquietud migratoria, algo semejante a una necesidad, y significa que las aves se encuentran intranquilas y duermen poco en la noche. Aunado a esto, las especies migratorias empiezan a comer en exceso y a acumular grasa en sus músculos pectorales, el dorso, las axilas y el abdomen, la cual es el combustible necesario para realizar sus largos viajes, pues muchas veces las rutas migratorias cruzan grandes extensiones de agua y las aves no se detendrán a comer hasta que lleguen a su destino, y perderán a veces hasta casi la mitad de su peso durante el viaje.

TIPOS DE MIGRACIÓN

A pesar de que el patrón de migración con el que estamos más familiarizados comprende el movimiento de las poblaciones norte-sur, no todas las especies lo siguen. A los movimientos norte-sur se les llama migración latitudinal y son los desarrollados por la mayoría de las especies que viven en las latitudes situadas al norte, como la gran variedad de aves playeras y gorriones de Norteamérica, o muy al sur, como los págalos que habitan en el extremo sur de Sudamérica.

Un segundo patrón lo constituye la migración longitudinal y es realizado en dirección este-oeste, siendo practicado por algunas aves que se mueven de las regiones centrales de los continentes, de clima más extremoso, hacia las costas. Por último se presenta la migración altitudinal que es realizada por algunas especies que se mueven arriba o abajo de las montañas de manera estacional, ya sea siguiendo algún tipo de recurso como lo hacen varias especies de colibrí en Costa Rica que siguen a las flores o los arroceros que se mueven siguiendo las semillas, o evitando las temperaturas rigurosamente bajas de la cumbre de las altas montañas.

Cabe aquí señalar que la migración, por ser estacional, se diferencia de ciertos movimientos súbitos e impredecibles que realizan algunas poblaciones, a lo cual se le llama vagabundeo. Las migraciones, como ya se ha dicho, son predecibles, estacionales y tienen un punto de partida y destino preciso, el cual se ha fijado en las aves a través de millones de años de evolución.

No todas las poblaciones de una especie migran, generalmente lo hacen las que habitan en las zonas situadas más al norte. Además, puede suceder que no todos los individuos de una población lo hagan o no todos al mismo tiempo, a esto se le llama migración diferencial. Por ejemplo, existen especies de aves canoras en las cuales solamente las hembras y los machos jóvenes emigran, mientras que los machos adultos permanecen en los terrenos de reproducción. Puede suceder también que las hembras, los machos y los juveniles tengan fechas diferentes de partida y llegada a los terrenos de invernación o de reproducción. Puesto que existen estas diferencias en el hábito de migrar entre los miembros de una especie y los de una población, es posible detectar algunas adaptaciones morfológicas, como la forma de las alas, que en las poblaciones o individuos que emigran es aguda, y redondeada en los que no lo hacen.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Cuando poblaciones de una misma especie tienen diferentes hábitos de migración, la forma de las alas es diferente. (A) Ala de una población migratoria; (B) ala de una población residente.

 

 

 

AVENIDAS Y EJES VIALES EN EL CIELO


Hay pocos espectáculos tan llamativos como observar miles de aves, muchas veces de diferentes especies, cruzando el cielo en una línea continua que abarca cientos de kilómetros de extensión, todas dirigiéndose hacia un mismo lugar. Son famosas las migraciones de aves rapaces que cruzan Israel rumbo al África o el sur de México rumbo a Sudamérica. Esto nos indica que las aves migran siguiendo caminos o rutas muy precisas, las cuales son utilizadas por miembros de diferentes órdenes y que siguen, por lo general, alguna característica importante de la superficie terrestre, como la cuenca de un gran río, una cadena montañosa o la costa; estas rutas proveen condiciones favorables y poca probabilidad de disturbios atmosféricos que las desvíen.

La gran mayoría de las aves de Europa y Asia, como las cigüeñas y los buitres, pasan el invierno en la zona tropical de África, por lo que su ruta migratoria cruza por la Península Arábiga y el Canal de Suez. Las aves migratorias de Estados Unidos y Canadá invernan generalmente en México y América Central y llegan a su destino siguiendo las rutas que dependen de su lugar de origen: las del este lo hacen a través del Golfo de México o siguiendo la cuenca del río Mississippi, las del oeste a través de las Montañas Rocosas y las montañas de México, y las del Pacífico utilizan la costa o el mar abierto. Sin embargo, las rutas pueden ser muy variadas y dependen a veces de la historia de la distribución de las aves; por ejemplo, la lavandera pinta es una especie característica de Eurasia, la cual recientemente invadió Norteamérica. Puesto que sus parientes suelen invernar en África, las poblaciones norteamericanas cruzan Canadá, el norte del Atlántico y Europa para llegar a invernar en África haciendo un viaje mucho más largo.

La ruta migratoria que las aves siguen para regresar a sus terrenos de reproducción puede ser diferente de la que usaron para llegar a los sitios de invernación. Esto es causado en gran parte porque las condiciones ambientales son distintas en las diferentes estaciones del año. También puede variar el sitio de invernación dependiendo del clima, por ejemplo, algunos zorzales escandinavos pasan el invierno en Gran Bretaña o en el Mediterráneo dependiendo de las corrientes de aire que existan ese año.

 

CAMPEONES DE RESISTENCIA

La distancia que algunas aves tienen que recorrer para llegar a su destino es en ocasiones enorme. Algunas aves marinas viajan desde el Ártico hasta el Antártico, lo que significa más de 13 000 kilómetros, como lo hacen la golondrina de mar ártica y algunos chichicuilotes y págalos. Estas aves campeonas generalmente realizan sus viajes sin parar, aprovechando sus reservas de grasa y sus energías al máximo, aunque recientemente el investigador mexicano Fernando Villaseñor ha comprobado que las golondrinas de mar del paraíso se detienen unos días para alimentarse en las costas de Michoacán, México.

Las aves más pequeñas y que migran a través de los continentes generalmente hacen varias paradas para obtener alimento y seguir su viaje. Aun así, es sorprendente la velocidad con la que viajan, pues se ha calculado que algunas especies pequeñas recorren 4 000 kilómetros en cinco o seis días. Varios estudios han registrado que las palomas mensajeras, los vuelvepiedras y los gorriones de cabeza blanca son capaces de recorrer más de 1 000 kilómetros al día. Algunos patos, como la cerceta de alas azules, completan su recorrido desde Canadá hasta el Centro de México en alrededor de 35 días, haciendo diferentes paradas para alimentarse.

 

 

 

 

 


Principales rutas de migración en América. (A) Montañas del Oeste; (B) Mississippi y (C) Golfo de México.


Podríamos preguntarnos ahora ¿cómo se han obtenido estos datos? Desde luego que no de manera fácil. Desde hace muchos años los ornitólogos se han preocupado por anillar, o sea marcar a los individuos con bandas de colores o numeradas, las cuales registran ante agencias internacionales especializadas. Cuando un investigador marca un ave, registra el lugar donde lo hizo, la fecha y características particulares del ave, como sexo, edad y plumaje. Cuando una de éstas es cazada, atrapada o avistada en otro lugar, se procede a dar aviso a las personas que la anillaron, puesto que cada anillo trae las indicaciones pertinentes. Este método de recaptura de aves marcadas ha proporcionado valiosa información sobre rutas, fechas y distancias recorridas por las aves migratorias. Recientemente se está utilizando un método llamado radiotelemetría, consistente en colocar a un ave un radio que emite una señal que puede ser captada mediante receptores especiales; gracias a esta técnica se sabe la velocidad con la que viajan, la altitud y el horario de la migración, así como seguir detenidamente a las aves a lo largo de su ruta.

Para conocer las rutas, otros investigadores han utilizado imágenes de radar, en las cuales se ven las enormes manchas de pájaros moviéndose de día y de noche a través de los océanos y los continentes. Las rutas de migración siempre, o casi siempre, tocan los mismos puntos. Esto ha provocado que algunas especies como la grulla blanca de Norteamérica y los gansos de las nieves sean blanco fácil de los cazadores, pues se sabe perfectamente en qué fechas van a estar en una localidad determinada.

 

CÓMO ENCONTRAR EL CAMINO

La parte más difícil de la migración es, desde luego, el viaje. Las aves tienen que enfrentar numerosos peligros durante su travesía, como fenómenos atmosféricos impredecibles, huracanes o tormentas, que los pueden alejar de su ruta y provocar muertes masivas. Sin embargo, en un viaje normal, es necesario saber perfectamente la ruta que los llevará a su destino final (orientación) y la manera de llegar a él sin salirse de la ruta (navegación).

El cómo se orientan y navegan las aves ha sido un misterio, por lo que una gran cantidad de científicos, entre ellos los alemanes Wolfgang Wiltschko, Paul Berthold y Klaus Schmidt-Koenig, y el estadounidense Stephen Emlen, han realizado multitud de experimentos que nos han ayudado a entender estos procesos.
El intento de los individuos para orientarse comienza desde las primeras etapas de la inquietud migratoria. De manera experimental, Stephen Emlen observó que las aves próximas a emigrar, que estuvieran encerradas en una jaula, tendían a dirigir sus movimientos hacia un lugar en particular, la dirección hacia la que debían realizar su viaje. Comprobó además que este lugar estaba en relación directa con la posición de las constelaciones en el cielo al encerrar a las aves en un planetario donde se podía cambiar la localización de las estrellas.

Los métodos que las aves usan para orientarse y navegar dependen, desde luego, de su ruta y de la hora en la cual realizan sus movimientos. Existen aves que solamente viajan de día, como las aves de presa y las golondrinas; otras migran exclusivamente de noche, como los cucús, los chipes y otras paserinas; también existen grupos que lo mismo lo hacen de día que de noche como los patos y las aves de playa. Se conocen varios mecanismos mediante los cuales las aves se guían. Uno es utilizar marcas del terreno fácilmente reconocibles, como montañas, ríos, praderas y valles. Las aves que lo hacen por primera vez van acompañadas por adultos que ya conocen el camino, y son también capaces de aprender las marcas de la ruta. Se piensa que las aves son también capaces de reconocer visualmente algunos fenómenos de la atmósfera, por ejemplo ciertos cúmulos de nubes, especialmente cuando vuelan sobre el océano, pero esto no ha sido comprobado.

Investigaciones recientes han demostrado que las aves pueden detectar cambios en el campo magnético de la Tierra ayudadas por los cristales de magnetita a los cuales se hizo mención en el capítulo en que se habla de los sentidos que poseen. Esta teoría fue propuesta hacia los años cuarenta al observarse que al colocar imanes en la cabeza de palomas mensajeras éstas se desorientaban. Sin embargo fue desechada, hasta que investigaciones recientes la han corroborado. Esta forma de orientación explica cómo algunas aves encuentran su ruta en cielos muy cerrados y bajo condiciones atmosféricas adversas.

Las estrellas y el Sol son los guías más importantes de las aves durante sus viajes. Muchas dependen del reconocimiento de la posición solar con respecto a sus lugares de partida o al menos para seguir la dirección correcta; de igual manera utilizan las estrellas las aves que migran de noche. Se han propuesto además otros mecanismos, como algunos olores y los cambios de presión atmosférica, que algunas aves son capaces de detectar.

Puede ser que varios de los factores arriba señalados entren en juego cuando un individuo está realizando su migración. Es importante también destacar el papel del aprendizaje en la determinación de los lugares de invernación. Se ha demostrado que las rutas migratorias tienen cierto componente innato o genético, pues individuos jóvenes de varias especies pueden realizar solos su primer vuelo por la ruta establecida para la especie. Por otro lado, en algunas especies como los gansos, los jóvenes necesitan aprender la ruta y los sitios de destino acompañando a los adultos en sus primeras migraciones. Sin embargo, no se cuenta hasta la actualidad con evidencias científicas considerables acerca de los mecanismos que determinan la ruta migratoria en los individuos.

 

LAS CARACTERÍSTICAS DEL LUGAR DE INVERNACIÓN

A pesar de que muchas de las especies migratorias se encuentran restringidas a cierto tipo de hábitat en sus lugares de reproducción, durante su estancia invernal son capaces de utilizar una gran variedad de ambientes. Por ejemplo, el chipe de Wilson está restringido en sus terrenos de reproducción a matorrales muy particulares; mientras que sus terrenos de invernación en México abarcan desde las selvas tropicales húmedas de la costa hasta los bosques alpinos de las montañas. Sin embargo, se han detectado patrones generales de la preferencia de hábitat de varias especies migratorias norteamericanas que invernan en México, que han demostrado que gran cantidad de ellas invernan en los bosques montanos y en las zonas bajas utilizando preferentemente ambientes perturbados. También muchas de las aves que se reproducen en ambientes lacustres llegan a invernar en ambientes costeros, como lo hacen los somormujos y varias de las especies de chichicuilotes que se presentan en México.
Se ha visto además que, de las aves migratorias norteamericanas más de 25% invernan solamente en México, alrededor del 20% lo hacen en México y Centroamérica, 16% en Centroamérica y el Caribe y el porcentaje restante lo hace en México y las islas del Caribe o en Sudamérica, siendo especialmente notable la casi total ausencia de aves migratorias norteamericanas en la región Amazónica. Podemos decir, por lo tanto, que México, especialmente sus costas y montañas, es el lugar más importante de refugio para las aves migratorias de Estados Unidos y Canadá, como lo han demostrado los estudios recientes de investigadores estadounidenses como John Rappole, Richard Hutto, Eugene Morton, Russell Greenberg y James Lynch.

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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